Desde el momento que nacemos, e incluso antes, empezamos a experimentar y sentir las energías de nuestro entorno. Percibimos lo que está bien o mal, la energía de las personas que nos rodean, si emiten una vibración de miedo, tensión o felicidad. Aunque todavía somos muy pequeños y no sabemos darles un nombre a las emociones, nuestro cuerpo registra todas las experiencias vividas y las graba, no sin antes bloquear en muchas ocasiones las vivencias negativas que nos hacen daño y no queremos recordar.
En nuestros recuerdos conscientes se archiva lo que se denomina como satisfactorio o agradable. Digamos que la memoria es selectiva y para protegernos, bloquea las emociones asociadas a traumas o experiencias desagradables, y engrandece los recuerdos que consideramos importantes o satisfactorios.
La primera vez que realicé un trabajo con mi niño interior fue como alumna hace más de 7 años. Aunque exactamente no estaba enfocado como en Arte Reiki lo hacemos, viví una experiencia mágica al poder ver mi comportamiento, mi forma de actuar, de relacionarme, mi entorno, hermanos, familia, mis momentos tristes, felices…Todo ello me llevó a desbloquear recuerdos olvidados y darme cuenta de cosas que no tenía presentes en mi vida. Poder ver de manera más real lo que había vivido en mi infancia ayudándome a entender cosas que hasta el momento ni me había cuestionado. Pero que más tarde terminaría haciéndolo.
Mi balance fue positivo, afortunadamente crecí en un hogar que, aunque como en muchos otros han existido disputas y desavenencias, he tenido la suerte de tener unos padres muy luchadores y cinco hermanos que han sido mi alegría y mi tristeza. He vivido una infancia que metafóricamente daré nombre de ensalada gigante de emociones en la que prima el amor como ingrediente principal.
Con los años he vivido como terapeuta muchos casos de personas condicionadas por su infancia, personas que repiten el mismo roll que sus padres, miedos trasmitidos durante la gestación en el vientre materno o limitaciones provocadas por las creencias. Fobias, maltratos, abusos sexuales en entorno familiar cercanos, y así una larga lista de traumas infantiles.
Mi sorpresa fue la cantidad de personas que padecían este problema y mi alegría fue encontrar una vía para poder ayudar a sanar el niño interior de una manera no agresiva mediante la creación de un taller grupal en el que volver a tu infancia se convierte en algo mágico y sanador y te ayuda a deshacerte de lo que ya no sirve y a potenciar lo positivo.
Conseguir en un taller de cuatro horas ser un niño, es una experiencia única y de un alto valor energético, Por ello, invito a mis alumnos a compartir su experiencia en este taller, desde el anonimato y con un punto de vista real y crítico.
Y te invito a ti, a volver a ser niño, a conectar con tu naturaleza, con tu niño interior.
Guadalupe teresa sanchez gonzalez
Me es muy interesante de verdad necesito mucha ayuda de saber que me ayudara. Gracias
artereiki
Nos alegra que el compartir este articulo, te haga sentir mejor, o tener esperanza para que las cosas mejoren. Un abrazo y mucha luz.